Déjame volar

domingo, 24 de agosto de 2014

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La melodía danzaba al amanecer del día junto a los suaves movimientos de las aves que revoloteaban y giraban en torno a un bello árbol rojo, armonizaba el entorno con su mirada perdida.
Traían recuerdos que inmortalizaban su imagen, creaban deseos y mis sentimientos florecían en la piel, brotando como pequeñas hormigas por cada uno de mis poros, estaba aquella sensación del que conoce. Se erizaba la piel al ver su expresión acaecida, luego me miraba y sonreía con sus dientes brillantes y blancos, deslumbrando mi ser, llenándome de grandeza.