Aquel lago

jueves, 27 de septiembre de 2012


Un lago que en su centro tenía una isla, esta isla llena de flores tan hermosas como el atardecer, decoraban aquel lago con su infinita majestuosidad. En el amanecer, la luz de la mañana hacía que la pequeña isla se iluminara y reflejara su resplandor, una luz muy hermosa del color de aquellas flores se veía a lo lejos, un lugar mágico del que nadie quisiera irse jamás. En el atardecer, la isla se servía del cielo naranja, creando un paisaje nunca antes visto, jamás imaginado, algo que la naturaleza esconde y solo muestra a los mas perseverantes. En el anochecer, junto con el reflejo de la luna en el lago, se iluminaba la pequeña isla, ¿Cuán calmada puede ser la naturaleza? Tanta armonía y belleza entrelazadas, danzan cada noche alrededor de esta bella isla, cosas maravillosas suceden, imperceptibles y poco probables, pero en ese lugar todo era posible.

Un día llegó alguien, un ser malvado y sin corazón, colocó una bomba en la pequeña isla, haciéndola desaparecer del lago, simplemente porque le desagradaba ver a la pequeña isla, simplemente porque le molestaba la belleza y pureza que ella tenía. La maldad existe, donde existe la envidia.

Las personas que se acercaban a menudo, se dieron cuenta de lo que había sucedido, la pequeña isla ya no estaba, no estaba ese bello resplandor del amanecer, sólo se observaba el lago vacío. Colocaron barcas con muchas flores iguales a las que tenía la isla, las barcas las pusieron en el centro para hacerle un ritual de despedida a la pequeña isla. El grupo de barcas simulaban una isla. Tiempo después, todas las flores se marchitaron y quedaban solamente aquellas barcas en el centro del lago, nadie cuidó de las flores, nadie se acercó nuevamente a aquel lago.
Desolado, simplemente con el resplandor de la luna en la oscura noche, se reflejaba la tristeza que habitaba en él. En la profundidad de aquel lago, había un agujero enorme que había dejado la explosión, pero no se notaba, pues nadie se adentraba lo suficiente debajo del agua como para poder observarlo bien. Ya ese lugar no era el mismo, había perdido su magia y toda su belleza, nadie lo admiraba.

Llegó el otoño y las hojas caían de los arboles, caían dentro del lago, llenaron la superficie de un naranja brillante, la naturaleza le recompensaba su perdida al lago, nuevamente se notaba una belleza inimaginable en aquel lago, al pasar el tiempo, iba saliendo en el centro un pequeño árbol, había caído una semilla desconocida justo en el centro del lago y de esta semilla salió el pequeño árbol que se asomaba... Al cabo de unos años, el árbol joven ya era bastante grande y de él brotaban flores de muchos colores, la sonrisa del lago se notaba a simple vista y danzaba junto al viento, todo era armonioso, el movimiento del agua, el movimiento de las ramas y las flores del árbol, las hojas que caían, danzando en el aire, todo era bello y nuevamente fue admirado.

Siempre hay problemas, pero al final todo va mejor.

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