No sabemos

miércoles, 24 de octubre de 2012




Me encontraba en un pequeño río cristalino, el agua era tan pura y limpia que se podía observar el fondo, la luz del sol disparaba destellos hacia la oscuridad de una cueva, se encontraba justo en frente de mi. Miraba fijamente las formas luminosas que se hacían en aquella oscuridad, imaginaba diversas figuras. La velocidad de cada destello, me impresionaba poco, estaba acostumbrado a ver su cambio de dirección a esa velocidad, percibía cualquier tipo de movimiento, como si estuviera entrenado por una paloma, la velocidad con la que una paloma percibe el movimiento, es tan increíble, como la capacidad de volar de una abeja, no deberían volar con sus pequeñas alas y su cuerpo desproporcionado, pero aun así lo hacen.
No existe nada imposible, todo lo que podamos imaginar es posible, incluso ser inmortales en el tiempo, hoy podemos ver como personas de otros tiempos aun son recordados, por hacer grandes cosas y todas esas grandes cosas provinieron de sus imaginaciones, todas esas grandes cosas que en su momento decían ser imposibles.
Gracias a su capacidad y fuerza de voluntad, crearon cosas que en su tiempo eran impensables, maravillas del mundo que nos deben inspirar, inspirar tanto como para seguir innovando, creando y demostrando al mundo de cuanto somos capaces. La belleza misma de la naturaleza nos puede mostrar cuanto podemos lograr. El preciado regalo de la vida, otorgado a la mujer, pero no hay victoria sin sufrimiento, no conozco cuanto puede sufrir una mujer teniendo a su hijo, pero el amor que nace de ella, es tan grande que demuestra todo lo que vale ese sufrimiento por el que atraviesa, para tener a su pequeño.

Me levanto y empiezo a caminar observando el movimiento de las flores, bailan con el viento mientras que las pequeñas abejas transportan el polen de una flor a otra, como se reproducen estando lejos y sigo maravillado, porque no cabe en mi imaginación tanta perfección. Los colores vivos, el verde brillante del pasto, bañado con el rocío de la mañana, el cielo azul con sus nubes blancas, esponjosas llenas de formas, varios animales que juguetean, las negras hormigas en orden, realizando su labor y yo, caminando descalzo, sintiendo el aire que se paseaba, cual bailarina por aquel campo, amplio, lleno de vida, prefería estar fuera del caos que había en mi mente, prefería crear ese mundo maravilloso, adorarlo y demostrar cuanto podemos apreciar la vida, pero es imposible ignorar aquellos gritos que buscaban hacerme escuchar, aquella historia que tenía para contar...
 ... Incluso en medio de la noche, me acostaba a mirar las estrellas, la belleza dibujada en puntos luminosos, puntos que al jugar con tu imaginación, te dejaban ver una historia completa, aquella historia de una niña pequeña que caminaba sola, en busca de su padre, también buscaba a su hermana, pero no sabía dónde buscar o por dónde empezar, durante su trayecto encontró el rastro de su padre, llegó hasta una casa que al parecer estaba abandonada, su padre se encontraba allí, atado y a medio morir, la impresión de la pequeña fue muy grande, pero desató a su padre lo mas rápido que pudo, salieron de aquel lugar a buscar a su pequeña hermana, estaba oculta, su padre la había escondido, la pequeña bebé, en ningún momento lloró, estuvo calmada todo el tiempo, que pequeña tan valiente, ese corazón puro y hermoso que aun no conocía el temor, se había mantenido con vida. Una gran sonrisa se posó sobre el rostro de la mayor, estaba nuevamente la familia completa.
 No era una historia entre las estrellas, era mi manera de contar un sueño dentro de otro, soñar viendo las estrellas, dormir contando las ovejas, comer con el olor de las comidas, para todas estas cosas no hacen falta deseos ni ganas, porque está en nosotros, no contamos ovejas, pero si contamos algo antes de dormir, siempre tenemos una historia, aunque se la contamos únicamente a quien mas queremos, a nosotros mismos, creamos historias, amamos las historias, soñamos con ellas y esas historias son nuestros deseos más profundos.

Debemos seguir esos deseos sin importar qué, es lo que queremos, es lo que no sabemos que buscamos, es lo que no vemos, pero tenemos siempre allí y que nos quiere encontrar.

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