Solo fue la oscuridad y sus retorcidas mentes

lunes, 23 de julio de 2012


En una casa olvidada por los hombres, me encontraba aquella noche.

Hacía frío, estaba solo con una linterna para iluminar el camino, me dirigía a la casa que tenía en frente, posiblemente el único lugar seguro que encontraría por toda la zona o eso pensé. Al llegar a la puerta, intenté abrirla, no tuve que hacer mayor esfuerzo, la cerradura estaba rota, un sonido tétrico se hizo lugar en mis oídos, odio el sonido de las puertas chirriantes. Caminé despacio dentro de la casa, estaba decorada de un tipo colonial, algo antiguo, conservador. Tenía muchos cuadros llenos de polvo, estantes con muchas vasijas y copas, busqué una forma de encender unas lamparas de aceite que había visto, por suerte llevaba un encendedor en mi bolsillo, después de encender las lamparas de aceite, escuché un ruido extraño en la puerta de la entrada, así que me levanté y caminé hacia ese lugar, si, la puerta de la entrada estaba abierta, debió haber sido el aire, busqué una silla para bloquear la puerta y poder estar tranquilo. Me aventuré a caminar el resto de la casa, estaba toda llena de polvo y de mantas blancas que cubrían los muebles, no encontré nada fuera de lo normal. Me mantuve despierto por mucho tiempo, no tenía reloj, por esa razón no sabía que hora era.



En aquel momento que pude alcanzar a cerrar los ojos del cansancio, sentí que alguien me observaba, abrí los ojos de golpe y miré a mi al rededor, había una niña de cabello negro con un pijama blanco largo que le tapaba los pies, me miraba con ojos perdidos, al mirarla fijamente a los ojos, la niña sonrió de una manera espeluznante e hizo un sonido escalofriante, se apagaron las lamparas y desapareció, todo estaba oscuro, comenzó a bajar la temperatura, el ambiente se puso muy pesado, sentía como me recorría todo el cuerpo la tensión, no podía levantarme, luego de unos instantes apareció nuevamente a mi lado, con su risa tétrica, caminó a mi al rededor y me hizo una marca en el brazo, de repente todo se hizo mucho más oscuro, al parecer no podía ver nada, entonces susurro. — Te equivocaste al venir a este lugar, no te guardo rencor y tu corazón es puro, pero no tengo mas remedio que asesinarte. Al escuchar esas palabras, mi piel se erizó, con el pensamiento intenté hablarle. — No te pediré piedad, ni buscaré una forma de salvarme, sólo quiero saber tu historia y quién eres, concédeme esto antes de morir — Es lo poco que puedo hacer por ti, escucha con atención. Me preparé para escuchar la historia del espíritu que me mantenía prisionero.

"Yo era muy pequeña, tenía mis padres que me querían, éramos una familia muy unida, para ser tan pequeña tenía una percepción de la vida, mas avanzada que los demás niños, esto me hacía ver mas inteligente ante los demás, era muy feliz, hasta que conocí a una niña que cambió mi vida por completo. Esta niña envidiaba todo lo que tenía, yo pude darme cuenta de eso, pero aun así le ofrecí mi amistad. La invitaba a diario a jugar a mi casa, habían veces que se quedaba a dormir, porque su madre se lo permitía, creí que éramos muy amigas, una noche, ella se levantó y fue a la cocina por un cuchillo, yo estaba dormida, entonces volvió y me acuchilló hasta mas no poder, luego se puso mi ropa, me cambió de cama, eso para que mi padre le diera un beso de buenos días al despertar, como siempre acostumbraba a hacerlo conmigo. A la mañana siguiente mi padre se dio cuenta de que yo había sido asesinada y a la niña se la llevaron, la encerraron en un manicomio después de aquel suceso. Yo no quería morir, así que quedé encerrada en este lugar, que siempre ha sido mi hogar, mis padres murieron poco después, pero no se quedaron conmigo".

Luego de escuchar su historia añadió. — Mato gente por diversión, siempre me suplican por sus vidas, lloran hasta el ultimo momento, yo no lo hice, no supliqué por mi vida, por eso mato a los que lo hacen, pero tú no lo hiciste, me escuchaste y me siento agradecida, por eso te dejaré vivir.
Me dejo hablar y la tensión fue mucho menor, el ambiente cambió, era mas soportable. — Gracias por permitirme vivir, lamento que haya sucedido eso tan horrible que me contaste, quisiera que descansaras en paz y vuelvas a ver a tus padres, estoy seguro de que te esperan — ¿Puedes hacer eso? — Claro, sólo necesito una vela blanca y podrás irte tranquila — Muchas gracias.
Procedí a hacer una oración por ella, para que pudiera cruzar la luz y descansara en paz, al terminar, la luz del sol resplandecía de una forma muy hermosa que no había visto jamás, era un bonito amanecer que me hizo recordar a la niña que ahora descansaba en paz, solo fue la oscuridad que no le permitía seguir.



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