Va más allá

martes, 24 de julio de 2012


Retorcida era la idea de quedarnos en aquel sitio, donde muchas muertes habían tenido lugar. 

Éramos tres personas que debíamos estar por una noche en una casa de reposo para ancianos, el lugar estaba abandonado, hace muchos años hubo una epidemia de una enfermedad desconocida, arrasó con todas las personas que aquí vivían, no permitieron la salida de nadie, dejaron que todos murieran de la forma más cruel e inhumana que existe, encerrados, cuentan que se escuchaban los gritos de las enfermeras y los ancianos pidiendo auxilio, como buscaban alguna salida para respirar, arañaban las puertas y ventanas, luego de varios días, todo cesó y no le permitieron a nadie acercarse, por temor a que alguien resultara infectado, desde entonces ha estado vacío. 



¿Por qué debemos estar una noche aquí? Una estúpida apuesta que mi hermano hizo, odio las apuestas, pero es mi hermano y debo acompañarlo, por cierto se llama Daniel. Son las seis de la tarde, preparamos todas las cosas para esta noche, muchas linternas, se supone que debemos grabar, no tenemos nada para hacerlo, bueno, solamente nuestros celulares, así que con eso nos defenderemos durante esta noche. La otra persona es un amigo muy cercano nuestro le decimos Jota, yo soy Luifer. Caminamos a la parte trasera del edificio, las puertas estaban abiertas, podíamos entrar fácilmente, todo estaba frío, destruido, se veían las paredes arañadas, se sentía la tensión del lugar, cientos de personas habían muerto y nosotros estábamos a punto de perturbarlos. 
Oscurecía, cerramos la puerta trasera para que no entrara ningún animal, ni el frío de la noche, ya nos bastaba con tener ese frío espectral que nos acechaba en ese edificio, en busca de un lugar amplio donde pudiéramos instalarnos para dormir, se escucharon varios ruidos que se nos hicieron extraños, pero no le prestamos mucha atención, llegamos al salón en el que se suponía las personas veían televisión y se sentaban para descansar, fue el lugar más amplio que encontramos, luego de colocar todo en orden, vimos que ya era bastante oscuro, así que encendimos las lámparas. —Jota termina allá y sacas algo de comer de ese bolso. Le señalé el bolso más grande, él terminó de encender la última lámpara y nos trajo algo de comer a ambos. No habíamos terminado de comer cuando sentimos unos pasos mojados corriendo por el pasillo, nos levantamos y tomamos las linternas, vimos hacia ambos lados del pasillo pero no había nada, ni siquiera el suelo estaba mojado. 
—Aquí hay algo, los tres escuchamos lo mismo —dijo Daniel.



—Si es cierto, debemos mantenernos juntos, recuerden que en las películas cuando se separan es cuando pasa lo peor —dije afirmando. Entramos de nuevo al salón, pero había algo diferente... Las lámparas estaban rotas y el fuego hacía una especie de signo que ninguno de nosotros pudo entender, en ese momento todo se apagó, las únicas luces que funcionaban eran las de las linternas, saque mi celular para grabar lo poco que se veía, sentí que alguien tomaba mi mano fuertemente.
— ¿Por qué me agarran? —dije un poco asustado. —Nosotros no te hemos agarrado —respondió la voz de mi hermano. Iluminé mi brazo, pero al hacerlo, la presión se había ido, en su lugar tenía la marca de lo que me había estado agarrando, no era humano, no era un espíritu, al parecer un demonio, nos estaba acechando en aquel edificio. Escuchamos gritos, fue escalofriante, nunca había escuchado nada igual, corrimos hacia el lugar donde supuestamente el sonido se había producido, vimos cuatro personas, una de ellas en la camilla, el resto parecían ser enfermeras, los tres quedamos petrificados al ver que no tenían ojos, se dieron cuenta de que estábamos allí, una de las enfermeras se abalanzó sobre mí, abrió su boca unos treinta centímetros de largo. 
Jota le propinó un golpe que la lanzó lejos de mí, me levanté y corrimos a lo largo del pasillo, intentamos alejarnos lo más que pudiéramos de aquella habitación, por un momento pensé que llevábamos mucho tiempo corriendo por aquel pasillo, no lo recordaba tan largo, ni siquiera encontramos el salón donde teníamos nuestras cosas, algo andaba mal. Nos detuvimos por el cansancio de tanto correr, aquel pasillo parecía eterno, sentimos que algo se movía, eran las paredes de aquel edificio, creí que me había vuelto loco. 

 — ¿Ustedes también vieron que las paredes se movieron? —Nadie respondió. 
En aquel momento me di cuenta de que estaba solo, miré hacia todas partes, apuntaba con la luz de la linterna en busca de mi hermano y mi amigo, pero no había rastro de ninguno. Caminé hasta una habitación que estaba cerca, al entrar vi a una persona acurrucada de espalda encima de una cama. 
— ¿Daniel? ¿Jota? 
La persona no hacía ningún movimiento, me acerque un poco más para lograr ver mejor quien era, sin querer tropecé con una silla de escritorio que estaba tirada en el suelo, me distraje por un segundo y al mirar nuevamente hacía el lugar donde estaba aquella persona, vi que había desaparecido... Escuché su respiración en mi nuca, sentía el frío soplo de su nariz acercándose a mí... Me di vuelta para ver su rostro, pero al instante desapareció nuevamente. Una gota de algo que parecía ser sangre cayó sobre mi hombro, ahora se encontraba caminando en el techo, se lanzó al ataque, pero logre esquivarlo, luego me dirigí a la puerta tan rápido como pude, el espíritu estaba en frente de mi, a unos pocos centímetros de mi cara, tenía unos huecos gigantes negros y espeluznantes, donde van ubicados los ojos, sentí un escalofrío, luego sus manos agarrarme por los hombros, ese era mi fin... De la nada, salió Jota con una vara larga, le lanzó un golpe al espíritu que estaba a punto de matarme, hubo un grito que penetró mis oídos, era chirriante, sentía que mis tímpanos iban a estallar, luego cesó... El espíritu se había ido, encima de mí había una especie de líquido pegajoso, había salido de la herida del espíritu, pero ya no estaba tan seguro de que fuera un espíritu, estuve a punto de morir en manos del demonio. 
— ¡Luifer! ¡Estás bien! —gritaba Jota. —Al parecer también había quedado medio sordo de aquel molesto sonido que causó el demonio —. Sí, estoy bien, pero deja de gritar, puedes atraer algún espíritu —dije afirmando. — ¿Has visto a Daniel? —Pregunté rápidamente —No —respondió él —. Aun no lo he encontrado, llevaba mucho tiempo buscándolos, por suerte te encontré antes de que te hiciera algo esa cosa —Tenemos que encontrarlo —dije sin dudar. Caminamos a través del pasillo viendo todas las habitaciones, cada rincón de una de ellas, pero aun no encontrábamos a Daniel, vimos muchas sombras, al principio nos asustamos, luego intuimos que nos querían decir algo, nos estaban guiando a algo. Siguiendo las sombras, llegamos a un lugar que no habíamos visto aún, el edificio parecía ser un lugar gigantesco, era una habitación grande con camas a los costados, exactamente seis de cada lado y seis lámparas en el techo, estaba todo lleno de telarañas, un poco espeluznante, al fondo había un armario grande, encima del armario, un cuadro de un señor con barba, como un duque, parecía distinguido. Nos dirigimos hacía el armario, sentía que algo había allí que podría ayudarnos, sentí una eternidad al cruzar esa habitación desde la puerta hasta el armario, podía jurar que había caminado un estadio de fútbol, quien sabe, este lugar siempre se las arregla para hacernos caminar más de lo esperado. Al llegar, abrimos las puertas de aquel armario, un esqueleto humano cayó encima de Jota, el solo comenzó a gritar, quitándose de encima el esqueleto, no pude evitar reírme. 
—Ahora te ríes porque no te pasó a ti —dijo él con enojo. 
—Lo siento, no pude resistirme, fue muy gracioso —dije sonriendo. 
Cuando me di vuelta para mirar a la puerta, estaba allí el cuerpo de mi hermano flotando 
— ¡Daniel!—grité. 
Corrí para alcanzarlo, pero algo me tiró hacia atrás muy fuerte, caí y me golpee la cabeza, Jota me ayudó a levantarme, nos apuramos para alcanzar el cuerpo de mi hermano que aun seguía flotando, se iba alejando lentamente de nosotros, salió de la habitación al oscuro pasillo y desapareció. En el pasillo no sabíamos a donde ir, no sabíamos qué dirección había tomado, fuimos hacia la izquierda, mi hermano es zurdo y por alguna razón pensé en eso, así que caminamos en esa dirección. Llegamos a los baños estaban destruidos, los espejos rotos, había una luz extraña que provenía de un agujero, Jota y yo movimos todas las cosas que obstruían el paso, luego empujamos la puerta hasta que logramos abrirla por completo, habían muchas velas, también libros, marcas en las paredes y el suelo, había lo que parecía un altar, calaveras, huesos, era muy espeluznante ese lugar, recortes de periódicos sobre lo sucedido en aquel edificio. 
—En este lugar se practicaban ritos de brujería y llamamientos al demonio —afirmó Jota. 
Un escalofrío recorrió toda mi espalda, el ambiente se torno tenso y frío, las velas se apagaron, quedamos completamente a oscuras, corrimos hacia la puerta pero esta se cerró de golpe dejándonos dentro, estábamos atrapados, nuevamente las velas se volvieron a prender, en aquel altar había una mujer demacrada que tenía por el cuello a mi hermano, el estaba inconsciente. Lo tiro a nuestros pies 
— ¡Su alma ya me pertenece! ¡Ustedes también morirán igual que este¡ —añadió la mujer con una voz tenebrosa. Me sentí atónito con lo que había escuchado, mi hermano estaba muerto, había muerto por una estúpida apuesta, sentí mucho odio hacia esa cosa que había matado a mi hermano, no me di cuenta en qué momento Jota había atravesado a aquella mujer con la vara que tenía en sus manos. 
— ¡Muere perra! —gritó enojado —. Veamos si puedes resistir esto. 
Un grito de dolor proveniente de aquella mujer resonó en todo el edificio, se transformó y cambió completamente su voz, era un ser que jamás había visto tenía cuernos, alas y una cola larga, muchos colmillos, patas con tres garras y muchas marcas en todo su cuerpo. Lanzó a Jota contra la pared, el quedó inconsciente… Fui rápidamente a tomar la vara con la que Jota había atravesado al demonio, cuando la tomé, sentía que estaba empapada de algo, era transparente, parecía agua, entonces recordé que Jota tenía una especie de obsesión con cazar espíritus, demonios y monstruos, había bañado la vara en agua bendita, por eso el demonio gritaba de dolor, sin pensarlo dos veces golpee al demonio nuevamente, este detuvo el golpe con su mano, pero lo quemó y soltó la vara. 
— ¡Ahora no te crees tan fuerte eh! —exclamé. 
El demonio se desapareció, luego vi el cuerpo de mi hermano levantarse, pero sus ojos eran diferentes, su mirada estaba perdida, el demonio lo había poseído, alzó sus brazos, aparecieron a su vez muchos espíritus, todos estos se lanzaron a atacar, estaba acorralado. El cuerpo de mi hermano apareció a mi lado, me tomó por el cuello, en ese instante empecé a ver por mi mente oscuras imágenes de muerte y destrucción, todo estaba muerto, todas las personas demacradas, sentía como subían los espíritus e intentaban entrar por mi boca, luego un grito que esta vez hizo que mis tímpanos se rompieran por completo, haciéndome sangrar, se escuchó, yo caí al suelo, vagamente vi a Jota con un crucifijo, también sentía como lanzaba agua bendita por encima de todo, mi hermano se deshizo, se había desintegrado, luego Jota me levantó, me sacó corriendo de aquel lugar, parecía que había amanecido, logramos ver la salida, la luz del sol en cada una de las ventanas, cuando llegamos, el cuerpo de mi hermano estaba en la salida, lleno de sangre, intenté mantenerme de pie por mí mismo, Jota revisó el cuerpo. 
—Tiene pulso —afirmó. 
No supe cómo, pero estaba vivo, nuevamente, me llenó de alegría saber que mi hermano estaba vivo, aunque en un estado horrible, parecía que lo habían mordido por todo el cuerpo y sangraba mucho. 
—Debemos llevarlo rápido a un hospital, va a morir desangrado —dije con voz cansada. 
Llegamos hasta la carretera, en ese momento caí inconsciente. Al despertar, estábamos en camillas, había muchos policías y un cura, le hacían preguntas a Jota y el las contestaba, no alcanzaba a oír, recordé el intenso dolor que tenía en los oídos, luego llegaron a mi lado. 
—He exorcizado a tu hermano, tenía varios demonios dentro, si hubieran llegado un poco después habríamos perdido totalmente su alma, por suerte los encontramos a tiempo —dijo el cura. 
—Gracias por salvar a mi hermano —dije con voz débil. 
—No, fueron ustedes quienes lo salvaron. —Añadió el policía—. ¿Qué hacían allí dentro? —preguntó. 
—Una apuesta —respondí. 
— ¿Ganaron? —preguntó con curiosidad. 
—Por todas estas heridas si —respondí sonriendo —. Pero eso no lo vuelvo a repetir. 
—Eso espero, nos vemos, debo seguir con mi trabajo —se despidió el policía. 
Ambos salieron de la habitación y quedamos solos los tres. En ese momento vi que Jota se levantaba de su cama y llegaba a mi lado. 
— ¡TODOS MORIRAN! —gritó. 
El demonio estaba dentro de él y yo ya estaba muerto.


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